viernes, 7 de septiembre de 2007

El Santo Padre llega a Austria



El Santo Padre llega a Austria para decir que


«tenemos necesidad de Cristo»


- En el vuelo de Roma a Viena, Benedicto XVI ha explicado que con su séptimo viaje apostólico internacional a Austria quiere decir che «tenemos necesidad de Cristo».En el tradicional encuentro con los periodistas a bordo del vuelo papal, el Papa confesó los motivos que le han impulsado a visitar este país que considera como una segunda patria.


«Voy a Austria para confirmar a la gente en la fe, pues hoy tenemos necesidad de Dios y una vida sin Dios no tiene orientación», subrayó.«El relativismo lo relativiza todo, el bien y el mal ya no se distinguen --reconoció--. Tengo que decir que tenemos necesidad de Cristo». Benedicto XVI quiso aclarar que su viaje no es político, sino una peregrinación que busca confirmar a los austriacos «en la conciencia de sus raíces cristianas».


Consultado sobre las dificultades vividas por la Iglesia en Austria en los últimos tiempos, en parte a causa de escándalos de algunos miembros del clero, el Papa dio las gracias a «todos los que han sufrido y que en tiempos difíciles han permanecido fieles a la Iglesia y han reconocido el rostro de Cristo». «Gracias a todos ellos, laicos y religiosos», aclaró.




El Papa encomienda a la Virgen en Viena la paz en el mundoPrimera etapa de su visita apostólica en Austria





VIENA, viernes, 7 septiembre 2007.- Benedicto XVI puso este viernes en manos de la Virgen la paz en Austria, en Europa y en el mundo, en su primera etapa en Viena, la Mariensäule (la columna de María), que se encuentra en la plaza «Am Hof».«¡Ayúdanos a todos nosotros a seguir tu ejemplo y a orientar nuestra vida totalmente hacia Dios!», dijo en la oración que elevó a María en el primer acto público de su visita de tres días«Haz que, contemplando a Cristo, nos hagamos cada vez más semejantes a Él: ¡verdaderos hijos de Dios! », añadió en una ceremonia, comenzada en torno a las 12.30, bañada por la lluvia, con la participación de varios miles del personas.


«Entonces, también nosotros, llenos de toda bendición espiritual, podremos corresponder cada vez mejor a su voluntad y convertirnos así en instrumentos de paz para Austria, Europa y el Mundo», aseguró.El Papa se encontraba en un balcón de la fachada de la Iglesia «Am Hof de los Nueve Coros Angélicos», y fue acogido e introducido por el arzobispo de Viena, el cardenal Christoph Schönborn.


En su discurso, el Santo Padre explicó que había escogido como primera etapa de su peregrinación la «Mariensäule» de la capital austriaca «para reflexionar un momento con vosotros sobre el significado de la Madre de Dios para la Austria del pasado y del presente, así como sobre su significado para cada uno de nosotros».«En su seno materno, María acoge también hoy bajo su protección a personas de todos los idiomas y culturas para llevarlas juntas, con una unidad multiforme, hacia Cristo.



A ella nos podemos dirigir en nuestras preocupaciones y necesidades», explicó. «Pero de ella también tenemos que aprender a acogernos mutuamente con el mismo amor con el que nos acoge a todos nosotros: cada uno, individualmente, querido como tal y amado por Dios», advirtió el Papa.






«En la familia universal de Dios, en la que para toda persona está previsto un lugar, cada quien debe desarrollar los propios dones por el bien de todos», subrayó.Al final del encuentro, el Papa entró en la iglesia para participar en un acto de adoración del Santísimo Sacramento, que continuarán los jóvenes durante toda la duración del viaje papal.


Benedicto XVI peregrino al corazón materno de AustriaCeremonia de bienvenida en el aeropuerto de Viena


Al llegar a Viena en la mañana de este viernes, Benedicto XVI explicó que en su séptimo viaje apostólico internacional viene como peregrino al corazón maternal de Austria.El objetivo fundamental de la visita de tres días a este país, al que considera casi como una segunda patria, pues lo conoce desde la infancia, es la celebración de los 850 años de la fundación del lugar sagrado de Mariazell. «Este santuario de la Virgen representa en cierto sentido el corazón maternal de Austria y posee desde siempre una particular importancia para los húngaros y para los pueblos eslavos», explicó el Papa en su discurso de llegada.

El santuario, que cada año acoge a más de un millón de peregrinos, añadió, es «símbolo de una apertura que no sólo supera fronteras nacionales, sino que en la persona de María presenta una dimensión esencial del hombre: la capacidad para abrirse a la Palabra de Dios y a su verdad».Explicando el espíritu de su viaje, el obispo de roma añadió: «guiados y alentados por María, queremos agudizar la mirada cristiana para afrontar los desafíos con el espíritu del Evangelio y, llenos de gratitud y esperanza, por un pasado que en ocasiones ha sido difícil, pero siempre rico de gracia, nos encaminamos hacia un futuro lleno de promesas».Austria acogió al Santo Padre con los honores militares y con las afectuosas palabras de bienvenida del presidente de la República, Heinz Fischer.



La lluvia, que desde hace días baña sin interrupción Viena, condición la ceremonia de acogida, prevista en un primer momento al aire libre, y después celebrada en uno de los hangares del aeropuerto.El primer discurso del Papa se convirtió de este modo en una meditación sobre la palabra «peregrinación».«Concibo mi peregrinación a Mariazell como un ponerme en camino junto a los peregrinos de nuestro tiempo», aclaró. El lema de la visita apostólica es «Mirar a Cristo», actitud mostrada por la estatua de la Virgen de Mariazell. El poblado donde se encuentra el santuario, enclavado en el corazón de Austria, a unos 160 kilómetros al sudoeste de Viena, cuenta con unos dos mil habitantes. Es una pequeña estación de montaña, a 870 metros de altura. El Papa celebrará la misa este sábado en el santuario.


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