viernes, 20 de noviembre de 2009

“La pintura de retrato entre el siglo XVIII y el XIX. España-México: una perspectiva comparada” LA PINTURA DE RETRATO ENTRE EL SIGLO XVIII Y EL XIX.

El retrato fue símbolo de identidad de México y España: foro binacional en Chapultepec




























Un recorrido por la historia del retrato novohispano, desde los más antiguos que recuperaban rasgos particulares de los retratados, hasta los que resaltaban el poder y el estatus de las personas, e incluso aquellos que rompieron con los cánones académicos, fue ofrecido por especialistas mexicanos y españoles, como parte de las actividades previas a la exposición De novohispanos a mexicanos. Retrato e identidad colectiva en una sociedad en transición, que se presentará próximamente en el Museo Nacional de Historia (MNH) “Castillo de Chapultepec”.

Se trata de la serie de conferencias La pintura de retrato entre el siglo XVIII y el XIX, organizado por la Cátedra México-España del Colegio de México (Colmex) y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), donde expertos de ambas nacionales presentaron estudios tendientes a desentrañar las ricas y complejas relaciones entre España y México durante este periodo, y que quedaron reflejadas en la pintura de retrato.

En el foro, inaugurado este jueves por Salvador Rueda, director del MNH, en representación de Alfonso de Maria y Campos, director general del INAH; el doctor Tomás Pérez Vejo, coordinador del ciclo y curador de la muestra, y Clara Lida, del Colmex, destacaron que la pintura de retrato reflejó los cambios de las sociedades española y mexicana en esta etapa de transición.

“El encuentro pone sobre la mesa estudios que permiten desentrañar las ricas y complejas relaciones entre España y México durante este periodo, analizar la situación sociopolítica y cultural de dos sociedades con problemas similares y, en particular, exponer cómo se fue modificando el concepto de persona”, señaló Pérez Vejo.

Añadió que en la Nueva España aún no se tenía definido un concepto de identidad, ya que en ella confluían diversos grupos con intereses diversos. Por ello, esta necesidad trataban de mostrarla por medio de símbolos, entre ellos la pintura de retrato.

Durante su participación, Paula Mues Orts, de la Universidad Iberoamericana, quien expuso el tema Atributos, efigies, cuerpos y corporaciones: el retrato del siglo XVIII en la Nueva España, explicó que en principio se buscaba hacer un retrato realista, pero después dominó la creación de prototipos idealizados de una persona y su estatus.

“La idea de que el retrato imitaba la realidad era la definición más extendida, sin embargo, con el tiempo, el significado del retrato fue cambiando. En la Nueva España este género se fue haciendo más variable y complejo; los más antiguos, de finales del siglo XVI, recuerdan rasgos y gestos particulares, mientras que los posteriores se ligaban a la representación del poder y buscaban transmitir el estatus de los personajes pintados, ya fuera de medio cuerpo o completo”.

Mues Orts comentó que en el siglo XVIII florecieron distintos tipos de retratos, entre ellos los llamados “retratos tutelares o de patrocinio”, que retrataban a la Virgen, a Jesús o a algún santo protegiendo a la comunidad.

También, abundó, están los “retratos históricos”, de personajes que habían muerto y de los que se exaltaban sus virtudes, o los “retratos religiosos”, alusivos a la vida de personas cuyo comportamiento individual era resaltado como modelo.

Finalmente, añadió que los “retratos corporativos” enfatizaban la pertenencia del individuo a una colectividad, en los que figuraban cuerpos gubernamentales, civiles o religiosos.

Por su parte, José Luis Sancho Gaspar, investigador de Patrimonio Nacional, del Palacio Real de Madrid, España, se refirió al retrato novohispano como una compleja alegoría de imágenes que denotan un discurso sobre la identidad.

En su ponencia titulada Caras y pinceles de la Ilustración en España, señaló que varios pintores españoles se apartaron de la ejecución académica y su obra denotaba la influencia del barroco a través de una pincelada muy suelta, como se puede apreciar en algunos cuadros de Goya.

Comentó que hubo muchos pintores que siguieron nuevas rutas, de tal suerte que la pintura española reflejaba un mundo plurinacional. “Son artistas poco estudiados y de los que se requiere saber más”.

En las mesas subsecuentes participaron María José Esparza, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, Rafael Gil, de la Universidad de Valencia; Carlos Reyero, de la Universidad Autónoma de Madrid, y Angélica Velázquez, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.





Viva México.